Tal como reza un viejo aforismo: “tanto nadar para ni siquiera llegar a la orilla”. Es el mismo problema que ha caracterizado al gobierno venezolano en su intento por llevar a cabo lo expuesto en sus repetidos y vacíos discursos. Igualmente, en sus planes de desarrollo aunque, al parecer, estos lucen más como propuestas impávidas que otra cosa. Al menos así ha es visto el manoseado Plan de la Patria, el cual quedó sólo para el análisis político de su contenido.

A tan grave punto se ha llegado, que el país está asfixiándose por causa de rarezas contaminadas que el alto gobierno expulsa mediante motores populistas cuyos ruidos ensordecen y su ineficacia abruma. Además, no generan respuesta alguna. Ni siquiera, un escaso resultado cuya elaboración pudo merecer de algún pretendido esfuerzo.

Como bien expresara Norman Douglas, extinto escritor británico, “la educación es una fábrica de ecos controlada por el Estado”. Y ello es cierto en un ámbito dominado por la politiquería toda vez que impone criterios de indigencia cultural azuzados por tópicos de un socialismo obtuso al cual el régimen pretende revivir a costa de cualquier sacrificio que exponga las libertades al escarnio y luego al cadalso.

Y aunque el referido problema no es nuevo, ni tampoco una novedad como estrategia revolucionaria en el contexto político-educativo venezolano, la historia ha mostrado que la educación ha sido objetivo favorito de ideologías políticas cuya dirección apunta a desmerecer y a desacreditar el esfuerzo. Tanto así, que muchas realidades descubiertas por la historia universal han demostrado que cuando se tienen gobernantes que desvirtúan el valor de la educación como proceso constructor de ciudadanía, se erigen contradicciones en tal número y proporción, que las naciones que soportan dichas felonías sólo saben recular ante las exigencias del desarrollo y los requerimientos de la sociedad.

Podría decirse, sin equivocación alguna, que la educación venezolana ha sido objeto de la más insolente violación. Ha sido ultrajada de la forma más alevosa. Venezuela se rezagó educativamente. Otros países a los cuales Venezuela aventajaba en materia social, educativa, económica y política, la superaron con creces sin que hasta ahora el gobierno venezolano haya emitido alguna palabra que justifique o desmienta tal calificación.

Para el régimen, que tanto alarde hace del socialismo como ruta al desarrollo nacional, no hay pretexto que lo excuse de las faltas cometidas y deficiencias permitidas en materia educativa. Sin embargo, no conforme con la serie de desarreglos aprobados en nombre del socialismo del siglo XXI, o mejor dicho del siglo en que rigió el oscurantismo, el alto gobierno ordenó borrar de los programas de estudio de educación básica, importantes componentes curriculares dirigidos a una formación integral del adolescente. Sin duda que tan retorcida decisión irá en desmedro del futuro nacional lo cual incidirá en asegurar un país mediocre el cual podría manejarse con la alevosía posible y la perversidad permisible.

Más aún, no conforme con demoler la institucionalidad sobre la cual descansaban programas elaborados con base en el esfuerzo de estudiosos y venezolanos preocupados por asentir una educación de calidad en todos sus niveles, desmoronaron el último eslabón del cual pendía lo poco que quedaba de los que significativas reivindicaciones habían logrado. Así, condenaron el país al rezago cerrándole la posibilidad al estudiantado del nivel de Básica a tener el conocimiento que corresponde con la enseñanza de asignaturas tan fundamentales como Química y Física. Así resultó alterado el resto de los programas de formación del bachillerato.

Entonces, en medio de tales estragos del oficialismo, ¿a qué se aferrará Venezuela de cara a las exigencias de un desarrollo económico y social? ¿En qué grado de subdesarrollo quedará el país de medirse con los indicadores empleados por la sociedad del conocimiento? ¿O acaso el militarismo ramplón y adoctrinado a la cubana, será el estamento nacional capaz de proveerle al país el avance necesario para situarlo entre los países industrializados de la región? ¿Qué gana el país con un gobierno que le cierre las puertas a la ciencia y a la tecnología? ¿O acaso con joropo y galerón, empanadas y pasteles, un manipulado folklore, Venezuela podrá codearse con naciones adelantadas en recursos cognitivos? ¿O es que el régimen propone arrastrarse o arrodillarse por información imposible de acceder con la precariedad de profesionales mediocres?

Lo que está sucediendo con la educación en todos sus niveles, estará garantizándole a la sociedad venezolana la vergüenza de humillarse ante el ruego de información propia del conocimiento especializado con el cual no podrá contarse. Ese será el caso propio, de continuar el país subordinado a los desmanes de un régimen enquistado en el poder y sin más ambiciones que la de capitalizar fortunas personales a partir de indebidos negocios. Mientras tanto no se corrija tan insano problema, Venezuela no pasará de contar con una pobre educación para pobres. O sea, se verá cual país condenado al atraso.

Foto: gentiuno.com

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