A medida que tratamos de aumentar la diversidad de género y de crear más oportunidades para las mujeres, tenemos que ser conscientes con que estamos tratando de cambiar la forma en que se hacen las cosas. Queremos crear una sociedad mejor para los venezolanos y eso significa que tenemos que aprovechar todo el talento disponible, sin distinción de géneros, respetando y considerando las opiniones de los demás a medida que tratamos de lograr ese cambio.

Tendremos una sociedad mejor cuando aprovechemos plenamente el talento de toda nuestra gente. También tenemos que reconocer dónde ha habido éxito y eso se ve reflejado en el creciente número de mujeres que han asumido cargos relevantes, destacándose el aumento de jóvenes mujeres que eligen estudiar carreras de ciencias e ingeniería.

En una época de grandes transformaciones como la actual, donde la crisis política y constitucional, la fluctuación económica global, el cambio climático o la progresiva automatización de los empleos obligan a tomar decisiones trascendentes, contar con líderes bien formados y capacitados es vital para garantizar el éxito de las políticas públicas que se lleven a cabo.

Lo anterior depende en buena medida del insoslayable compromiso con el presente y futuro de los jóvenes, con las nuevas generaciones de dirigentes políticos, sociales, cientificos y corporativos con su vocación de liderazgo, su rol como agentes de cambio que generen acciones que impacten de manera sostenible y equitativa el desarrollo de nuestro país.

Todos creen en la promesa de que las nuevas generaciones forjarán un futuro mejor. Pero, me pregunto: ¿Lograrán cambiar profundamente las cosas? ¿Están siendo educados para pensar de una manera distinta a sus predecesores? Permítanme dudar. Seguro que las nuevas generaciones están creciendo en una sociedad global, rodeados de una mayor diversidad y están inmersos en una nueva definición de la familia. Pero, cuando se trata específicamente de diversidad de género, roles y el pensamiento arraigado, ¿son muy distintos? ¿Hay cambios evidentes?

El comportamiento retrógrado existe y persiste en la actualidad: en las juntas directivas de las empresas, en la política nacional y en el trabajo. La clave va a ser el liderazgo. Los líderes de la nueva Venezuela deben ser capaces de comunicar un argumento convincente para el cambio, construir equipos diversos, desempeñar un papel importante en las decisiones clave de incorporación y promoción, establecer metas desafiantes y actuar como un tutor para hombres y mujeres con talento.

Las nuevas formas de liderazgo propositivo para el futuro de Venezuela apenas comienzan a ver más por el talento que por el género, con la apertura de ubicar a mujeres talentosas en estas posiciones. A menudo la discusión conduce a una pregunta de si es consistente con conceptos del mérito y la meritocracia, teniendo mucho cuidado con la definición de “mérito” que estemos considerando.

¿Cómo evitar la “trampa del mérito”? A menudo las organizaciones que se enorgullecen de apoyar una meritocracia pueden estar en mayor riesgo de aplicar juicios y acciones sesgadas. En particular, es fundamental tomar en cuenta tanto el rendimiento como el potencial al evaluar a los candidatos para sus nombramientos.

Uno de los desafíos para las organizaciones públicas es mirar más allá del mérito individual y considerar el mérito institucional. Una de mis citas favoritas sobre el tema proviene de Angus Campbell, quien reflexionó sobre la diferencia entre ellos: “El mérito institucional no es lo mismo que el mérito individual. Si eliges un equipo basado sólo en el mérito individual, obtendrás un monólogo. El mérito institucional crea un grupo fuerte y diverso, no una fuerte lista de individuos”. Centrarse en el mérito institucional es una clave para la búsqueda de una mayor diversidad.

No podemos cerrar los ojos a los nuevos estilos de liderazgo que demandan las generaciones actuales. Si en esquemas tradicionales, lo normal era identificar liderazgos autocráticos, en esta nueva era del conocimiento se precisa de líderes que impulsen el desarrollo del talento y las competencias. Tal y como decía Peter Drucker, gurú de la administración del siglo XX, “necesitamos más cerebros”. Para lograr esto los nuevos dirigentes requieren dejar atrás los viejos paradigmas de prácticas rígidas de gestión de los recursos humanos y trasladarse a nuevos estilos de gestión lo suficientemente flexibles para generar ambientes que promuevan el cambio, la colaboración y la confianza.

En conclusión, un líder actual que promueva el cambio, involucrando a un equipo que genere confianza, no sólo abrirá espacios para las grandes soluciones en la sociedad del conocimiento y beneficios para todos, sino que además se convertirá en catalizador del desarrollo de nuevos talentos y tecnologías.

Las organizaciones de hoy necesitan líderes nuevos, alquimistas que transformen, que promuevan el cambio, pero para lograrlo debemos apoyarnos en las palabras de Sócrates “aquél que quiere cambiar el mundo, debe comenzar por cambiarse a sí mismo”.

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