“Desde que las mujeres salieron a trabajar en la calle, la delincuencia se desató”. “

Esos niños están creciendo sin que sus madres les inculquen valores por estar más pendientes de sus sueños personales”.

“Deberían dedicar más tiempo a sus hijos y menos a sus trabajos”.

Todas estas sentencias responden a un guión patriarcal conservador que supone que los cuidados y la educación de los hijos son responsabilidad 100% de la mujer, que la mujer tiene su sitio dentro de la casa y no en la vida pública, que la educación en valores es lo más importante -valores conservadores por supuesto,- y que los sueños de una mujer deben pasar a un segundo plano cuando se hace madre. La mujer bajo perfil siempre.

Muchas se lo creen y lo defienden: …”en esta dura crisis que está viviendo el país, las mujeres deberían mantenerse criando a sus hijos a tiempo completo –las que pueden claro-, y asegurarse de que no se pierdan por el camino del mal”… Así lo dijo en estos días una alta Ejecutiva en una reunión para definir estrategias de empoderamiento femenino.

Es imposible no reaccionar ante lo cotidiano con respuestas o conductas que de forma inconsciente surgen de lo más profundo de nuestro ser, reforzando el guión bajo la cual nos formaron y levantaron. Está grabado a sangre y a fuego. Son años y años de dominación masculina, que no desaparecen fácilmente, heredada desde la época de nuestras tatarabuelas y transmitidas de generación en generación,

Sin embargo, el darse cuenta, el abrir los ojos, el tomar conciencia es un paso gigantesco. Porque es que no lo vemos. Sencillamente ni lo ponemos en tela de juicio. Actuamos y lo vemos normal. Solo cuando uno duda de sus certezas es cuando empieza a pensar y a cuestionar las reglas de juego que nos colocan en el lugar de la sumisión bajo la figura masculina de poder y autoridad, como si eso fuera un proceso natural y no una construcción cultural.

A muchas mujeres esto les parece “exagerado”; “no es para tanto”, me dicen. Esa es justamente la trampa. Pensar que estamos llevando las cosas al extremo es parte del sistema de creencias resistiéndose, luchando por mantener su estabilidad, negándose a la posibilidad de un derrumbe que da miedo porque si no es eso, entonces qué es…

Cuestionar lo que pensamos y expresamos, es un paso difícil pero necesario para poder reclamar lo que es justo, para que los privilegios se repartan de forma equitativa, para que la igualdad sea más que el espejismo este que vivimos, creyendo que como trabajamos, votamos, nos ponemos pantalones, vamos a la Universidad, nos divorciamos, abortamos y hablamos alto, somos iguales. Lejos estamos del ideal social de una vida de Derechos iguales para ambos sexos, y eso es lo que sostiene nuestro sistema de creencias actual.

En todas mis reuniones y talleres, mi objetivo es desmontar uno a uno esos argumentos culposos, que nos restan energía. En primer lugar, la educación y cuidados son una responsabilidad compartida entre hombres y mujeres. Segundo, el sitio de una mujer es adonde ella quiera y le dé la gana, sea privado o público. Quizá no quiera tener ningún “sitio” y es su decisión. Tercero, la educación en valores es importante y depende de ambos padres, de la escuela, de los ejemplos y del modelaje que hagan todas las personas privadas o públicas en su entorno. No solo depende de la madre. Por más que una madre esté con su hijo todo el día, un padre borracho o ausente o distante, distorsiona la crianza del niño. Son sacrificios inútiles. Y cuarto, los sueños de una mujer son importantes. Ella puede hacer todo lo que esté a su mano para cumplirlos, no importa quien se moleste por ello.

Liberarse de todos esos juicios patriarcales para ser felices. Eso es Feminismo.

Foto: http://ntrzacatecas.com

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