En sueños una voz le dijo que su hijo sería músico… y no se equivocó. Teresa Durán de Dávila no dejó que el síndrome de down, condición de salud de su hijo José Omar Dávila Durán, limitara su pasión por la música; por el contrario, lo ayudó a convertirse en un director de orquesta.

Con la fuerza y el valor propio que desarrollan las madres no pasó un día sin que Teresa de Dávila desmayara en su afán de cultivar la música en su hijo. Siempre tuvo muy claro su futuro. Un día de su noveno mes de embarazo, estaba descansando cuando escuchó una voz. No recuerda si fue en sueños o estaba despierta, pero lo cierto es que le susurraron que “su hijo será un gran músico”.

No se enteró de la condición de salud de José Omar hasta que cumplió nueve meses y fue al médico. Tras ser diagnosticado con síndrome de down, recordó Teresa, lo tomó en brazos, lo abrazó y le aseguró que saldrían adelante. Así fue: recibió mucha ayuda de sus hijos mayores -José Omar es el sexto de siete hermanos-, que ya estaban grandes para cuando el pequeño músico nació.

A sus 32 años, José Omar ha dirigido la Orquesta Sinfónica Juvenil del estado Mérida y  la Sinfónica Simón Bolívar, ha participado en varios homenajes al maestro José Antonio Abreu, viajó a España invitado por el Comité de las Olimpiadas Especiales y ha compartido escenario con Christian Vásquez, por nombrar algunos hitos de su carrera. En cada presentación, Teresa estuvo en primera fila.

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Estando bebé, le ponía música, le mostraba los cuadros de la casa y lo dejaba usar los recipientes plásticos de la cocina como tambores. Poco después, cuando entró en El Sistema, incorporó la marimba, el xilófono, los timbales, el vibráfono, el güiro y las claves.

A la fecha, pertenece a la cátedra de Educación Especial y al Ensamble de Percusión del Sistema Nacional de la Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil del estado Mérida, donde reside. Su gusto por la música instrumental la combina con su amor por las melodías de Michael Jackson, Simón Díaz, Desorden Público y Guaco.

“Yo he disfrutado mucho con él porque él ha sido una escuela”, asegura Teresa no sólo con respecto al síndrome de down, sino también la cercanía y el amor con la que José Omar se relaciona con las personas. “Para él nadie es diferente a nadie. Él ve a todos por igual y les da la mano”.      

Con todos sus hijos ya profesionales -tres son comerciantes, una es licenciada en Filosofía, hay un médico y un abogado-,  Teresa está tranquila con lo hecho como madre y disfruta mucho compartir con su gran familia. Espera tener la oportunidad de seguir acompañando a José Omar en su travesía por el mundo; en primera fila, como siempre.

A todas las mamás, con o sin hijos especiales, Teresa recomienda siempre ayudarlos  a descubrir y encaminar sus dones. Para ella la clave está en “sembrar en los hijos los valores y apoyarlos en lo que ellos quieran hacer. El amor es darle la libertad de hacer”.

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