Los adultos mayores ya no tienen solo que hacer largas colas al momento de adquirir productos de la cesta básica, medicamentos o cobrar la pensión; también deben colocar sus huellas dactilares en las máquinas captahuellas de los establecimientos comerciales o bancarios, lo que en ocasiones les resulta infructuoso debido al envejecimiento de la piel y eso no les permite comprar o cobrar.

Arnoldo Benítez, presidente de la presidente de la Organización Venezolana de Adultos Mayores (OVAM), asegura que esta practica “ no se le debería exigir a ningún venezolano, pero menos a una persona mayor”.

Carlos González, de 75 años, esperó durante una hora este viernes, 25 de septiembre, en el Banco Bicentenario de la avenida Nueva Granada. para realizar una operación bancaria. Le exigieron colocar su huella dactilar y la máquina no lo identificaba. “Tuve que poner varios dedos y nada. Después esperar a que el gerente terminara de atender a alguien para que viniera y autorizara al cajero. Yo no puedo estar parado tanto tiempo, además se supone que esto sea rápido, si yo tardé una hora imagínate lo que tienen que esperar los que estén en una cola”, dijo Mendoza.

El gerente de servicios del Banco Bicentenario ubicado en el Centro Comercial Sambil, William Mendoza, aseguró que “cuando las máquinas captahuellas no pueden identificar la identidad de las personas de la tercera edad enviamos un correo a saime.consulta@saime.gov.ve. Después esperamos que haya respuesta. Eso se puede tardar de 5 a 20 minutos, a veces más; pero es lo que se debe hacer”.

José Ramón Pérez, de 94 años, quien habita en la Parroquia Santa Teresa, asegura que “el día de cobrar la pensión nos ponen a un cajero que ya nos conoce a todos. Antes había que esperar a que el gerente diera la autorización, pero ahora hacemos nuestra cola y si la captahuellas no nos identifica el cajero igual nos da nuestro dinero”,  dijo Pérez, a las puertas del Banco Bicentenario de Parque Central.

La dificultad para lograr ser identificados por las máquinas captahuellas no se reduce solo a las agencias bancarias. También ocurre en diversos establecimientos comerciales como farmacias o supermercados, tanto los privados como los de la red pública.

En las dos grandes cadenas de farmacias ubicadas en el Centro Comercial Sambil, Farmahorro y Farmatodo, se requiere la huella dactilar para comprar cualquier artículo, no solo medicinas. Un empleado de Farmahorro, que prefirió no ser identificado, explicó que “si las captahuellas no identifican a la persona, se llama al gerente o al coordinador, ellos verifican la cédula y anotan el nombre de la persona en una lista para llevar el control”. Sin embargo,  añadió: “Si no está ni el gerente ni el coordinador, simplemente no se les puede vender”.

Esther Ramos, de 70 años, vive en Puerto la Cruz, estado Anzoátegui, suele comprar comida en el Makro que está en la Vía Alterna cerca de la Universidad de Oriente. La primera vez que fue, desde que colocaron las captahuellas, “la mandaron a ir a atención al cliente porque la máquina no la identificaba y después de que verificaron su número de cédula fue que le vendieron”, contó su hija Zoraida López.

“Como mi mamá siempre compra ahí, ya va preparada y antes de que la manden a poner la huella ella avisa que no la va a leer. Entonces, la cajera verifica su cédula y la dejan comprar. Pero siempre hay que esperar”, dijo López.

Mirna Contreras tiene 77 años, reside en Guarenas y hace mercado en el Bicentenario del Centro Comercial Buenaventura. Hace cuatro meses colocaron las captahuellas y la primera vez que fue no la dejaron comprar, porque  la máquina no logró identificarla. “Puse los dos pulgares y nada. Después de un rato hablando con la cajera desistí, tuve que devolver el mercado”, dijo Contreras.

Celestina Álvarez  reside en la Fundación Amigos de la Tercera Edad, ubicada en la parroquia La Vega, tiene 86 años y explica que siempre tiene problemas cuando va a comprar medicinas o comida, sobre todo en la red pública. “En el Abasto Bicentenario que está en la redoma de La India en el Paraíso, en el Banco de Venezuela de la avenida Nueva Granada,  en el Unicasa del Centro Comercial Uslar en Montalbán, y casi que a cualquier sitio que voy. Cada vez que voy a hacer una diligencia, y hay que poner la huella, me cuesta trabajo. Eso es un problema bien malo. Al final siempre me dejan comprar, pero tengo que estar poniendo todos los dedos o esperar un montón a que llegue un gerente y apruebe”, dijo Álvarez.

La coordinadora general de la Fundación Amigos de la Tercera Edad, Josefina Nieto, asegura que “debería haber consideración con los adultos mayores. Es un problema, porque ellos van con mucha necesidad a cobrar la pensión o comparar medicinas y hay que esperar a que llegue un gerente a autorizar la transacción bancaria o la compra porque las captahuellas no los identifica. Lo hemos planteado ante el Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inass), pero no hemos obtenido respuesta. Nada más de ver a la persona se tienen que dar cuenta que es una persona mayor y entonces piden carnet o empiezan a preguntar cosas, ¿para qué? Si ya ellos representan físicamente la edad que tienen”.

El presidente de Ovam,  Benítez, de 68 años,  asegura que ya se han extendido reclamos ante instituciones del Estado, pero que no se les ha hecho caso. “Primero ponen a los adultos mayores a hacer colas humillantes y después están las captahuellas que es algo que no se le debería exigir a ningún venezolano, pero menos a una persona mayor. Las captahuellas afectan más a las personas de la tercera edad. Si ya saben que las máquinas no captan nuestras huellas, pues que tomen otros mecanismos, pero no nos pongan a esperar, ni nos prohíban comprar”, dijo Benítez, quien también preside la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios de Venezuela (Asuserban).

“Le exigimos a la Superintendencia de Instituciones del Sector Bancario (Sudeban) que aumente el tiempo de transacciones en los cajeros automáticos o que coloquen un cajero en las taquillas que atienda solo a la tercera edad, porque la reacción de una persona adulta no es la misma a la de un muchacho de 20 años, pero nunca nos toman en cuenta. ¿Dónde están las facilidades para los adultos mayores? Nos tratan como cualquier bachaquero”, dijo Benítez.

</div>