La bolsa de tela color verde intenso está vacía. Se suponía que dentro podrían haber dos pollos, unos cuantos paquetes de harina, caraotas, arroz, azúcar y un envase de suavizante para ropa. Pero no. El hombre, de unos 50 años de edad, al que ya no le queda casi cabello pero mantiene un bigote blanco, la lleva doblada presionada sobre su cuerpo.

Tras un choque de miradas con dos pasajeras, el señor que acaba de montarse en el tren de la estación Bellas Artes (Metro de Caracas), cuenta –sin que nadie le pregunte- que viene del Bicentenario de San Bernardino y que “ahí se armó una sampablera”, este miércoles 5 de agosto.

De acuerdo con el relato, la fila de más de 200 personas se salió de control cuando un hombre intentó colearse y entrar al local. “La guardia que estaba en la entrada comenzó a sacar a la gente que se cayó a insultos y gritos. Yo de la calentera me vine. Llegué a las 6:00 de la mañana y me faltaba más de la mitad, con esa pepa ‘e sol. Eso es pa’ locos”.

Una de las dos oyentes, la menos joven, dice: “Pero los bachaqueros sí entran rapidito, hasta sin hacer cola. Esos son los que roban al pueblo; uno que sí necesita los productos no consigue nada”.

El hombre asiente con la cabeza y dice que hoy su esposa no tendrá el mercado que le prometió. “Porque a mí me enseñaron desde chiquito a planchar, lavar y también cocino. Yo me turno lo de hacer colas con mi señora. Ahorita, precisamente en la cola, escuché a una muchachita joven –no pasará de 30 años- que dejó al marido por flojo. Lo único que hacía era estar acostado”.

En la estación Propatria, la última parada del metro en dirección oeste, se baja el señor de la bolsa verde que salió y regresó vacía. Un perro marrón, con la piel pegada a los huesos, duerme en el andén sin que el estruendo de los trenes perturbe su sueño.

En otra de las salidas del vagón, dos hombres, compañeros de trabajo, se despiden, tras quejarse de los precios de teléfonos celulares.

—Nos vemos mañana, si es que estamos vivos —.

Foto: Correo del Orinoco

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